Carlos Raúl Paredes
Este miércoles es un día importantísimo en los anales de la historia. En 1985 Marty McFly y su bella novia Jennifer se subieron al clásico DeLorean del Doc Emmett Brown, en un inolvidable viaje al futuro que los transportó al 21 de octubre del 2015.
Mis ojos adolescentes, despreocupados y sin los adornos de hoy (ojeras y patas de gallo al por mayor) que creían haberlo visto todo a los 19, y que en realidad aún no habían visto nada de la vida, estaban literalmente pegados a la pantalla del cine durante la proyección de Back to the Future II. Fue "bien paja" (término "jeringüístico" que utilizábamos con frecuencia por esos años) ver como en cuestión de segundos McFly y compañía pasaron volando del siglo XX al siglo XXI, directo y sin escalas.
Y para hacer tremendo viaje no necesitaron gasolina, fueron suficientes una lata de cerveza y unas cáscaras de plátano que sacaron de la basura para llenar el tanque del DeLorean. Pero a diferencia de las pantallas planas de televisión, las videollamadas, los controles de voz, los datos personales que hoy aparecen en los teléfonos o las gafas de video similares a las Google Glass, que ya se veían en la película, la proyección futurista del combustible en "Back to the future II" no es una realidad hoy en día, lamentablemente.
¿Se imaginan que ahora pudiéramos llenar el tanque de combustible de nuestro carro con desechos? Ya no tendríamos tanta basura andando por las calles, ocupando cargos públicos o enquistada en las altas esferas del poder. Toda esa basura sería útil y significaría un gran ahorro para nuestro bolsillo. No como ocurre en la actualidad, que es todo lo contrario.
Pero algo podemos hacer en este día histórico, 21 de octubre del 2015, en que la máquina del tiempo nos visita. Podemos pedírsela prestada a Marty McFly y al Doc Emmett Brown para retroceder en el tiempo y evitar, por ejemplo, que los padres de varios congresistas, jueces, directores de organismos públicos, mandatarios -y hasta de primeras damas- encuentren a su media naranja y sean flechados por cupido, para que no nazcan...
O mejor aún, podríamos programar al DeLorean para transportarnos a inicios de noviembre del 1532 y llegar justo antes de que el ejército incaico se tope en Cajamarca con los conquistadores españoles encabezados por Francisco Pizarro, que luego les robaron el oro y todas sus riquezas.
Sin lugar a dudas borraríamos de la historia a Pizarro y a sus secuaces, cambiando así la línea del futuro. Y hoy no habría ladrones en el Perú, bueno... no tantos.
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