Carlos Raúl Paredes
A veces se gana. A veces se pierde. Así es el fútbol. Si la derrota fue porque tu equipo jugó mal y mereció que le rompieran el arco tres veces, como buen hincha aceptas a regañadientes pero aceptas; bajas tu bandera, te despintas la cara y regresas a casa jodido pero contento porque sabes que habrá revancha y que en el próximo partido podrán subsanarse los errores.
Pero también hay partidos que pierdes porque otros quieren que pierdas. ¡No hay... derecho! Y eso justamente acaba de pasar en la cancha electoral peruana con una encuestadora que pretende incidir en el resultado final, plagiando -ya que está de moda- el estilo de algunos árbitros que, cuando tu equipo está jugándose el mejor partido del campeonato, lo llenan de tarjetas, le anulan dos goles, se inventan tres penales en contra y encima te vetan el estadio.
La elaboración y publicación de encuestas es una gran responsabilidad porque los sondeos inciden directamente en el resultado de una elección y es que así funciona la cosa:
¡Dime cuántos puntos tienes en la tabla de posiciones y te diré cuántas entrevistas y apariciones tienes en los medios de comunicación más influyentes!
¡Dime que estás entre los tres primeros, con posibilidad de llegar a la copa, y te diré cuántos patrocinadores vas a tener (plata como cancha)!
¡Dime que estás en zona de clasificación y te diré cuántos ayayeros más tendrás al interior y fuera de tu partido!
Y mientras tanto, los candidatos que venían metiéndoles goles de media cancha a los favoritos se están peleando con el fantasma de la baja por obra y gracia de una encuestadora, faltando poco más de 60 días para el día de las elecciones.
-¿Nos están robando el partido? ¿La FIFA electoral peruana estará haciendo bien su trabajo de fiscalización de las encuestas?- se preguntan, sin haber jugado siquiera las primeras fechas del fixture. Ahora, para ellos todo será cuesta arriba, tienen la cancha inclinada como cuando un árbitro decide ser protagonista del partido y hace perder a tu equipo, sí o sí.
En el caso del árbitro, el consabido grito, fuerte, baja de las tribunas... y con todo respeto, bien merecido lo tiene -el árbitro, no su madre- porque incidió grosera y evidentemente en el resultado final.
Pero por más grosera y evidente que fue su jugada, así queramos, los peruanos que estamos en la tribuna electoral no podemos gritarle lo mismo a esa encuestadora que cambió la tabla de posiciones de la noche a la mañana, porque a diferencia del árbitro, en la encuestadora de marras son varios los involucrados... y madre hay una sola.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario